El director de la Unidad de Neurocirugía señala que, cada año, en la provincia se producen de 2 a 3 accidentes con graves daños
En lanzamientos al agua, se deben colocar los brazos extendidos para evitar golpes en cabeza y cuello y conocer la profundidad
Los especialistas de la Unidad de Neurocirugía del Hospital Universitario de Jaén advierten del riesgo de lesiones medulares en personas jóvenes por zambullidas, sobre todo en piscinas, ríos o en el mar, durante el verano, y también en episodios que pueden producirse en otros lugares, debido a traumatismos por caídas al caminar, al practicar deporte o en personas mayores, que pueden sufrir trastornos de la marcha o derivadas de enfermedades degenerativas.
En concreto, en lo relativo a los lanzamientos al agua, señala Osamah El-Rubaidi Abdullah que “cada año podemos atender entre dos y tres de casos que pueden terminar con la muerte del paciente o con o lesiones graves que limitan la movilidad y la calidad de vida de los adultos”. Así mismo, destaca que “las zambullidas son la tercera causa de lesión medular más frecuente entre los jóvenes, tras los accidentes de tráfico y las caídas, suponiendo aproximadamente el 5% de las lesiones medulares traumáticas en nuestro país”.
Como medidas de precaución, es recomendable conocer la profundidad de una piscina, un río o el mar, sobre todo en relación con la altura desde la que uno se lanza, para evitarlas. A la hora del baño, hay que zambullirse siempre con los brazos situados en prolongación del cuerpo, protegiendo así el cuello y la cabeza.
Sólo es aconsejable zambullirse cuando la seguridad sea completa. Si el agua está turbia o no hay visibilidad, “es imprescindible inspeccionar previamente la zona para comprobar su profundidad y que no haya elementos sobre los que se pueda golpear como piedras, u otro tipo de objetos contra los que se pueda impactar” advierte el director de la Unidad de Neurocirugía del Hospital de Jaén.
Al igual que en el caso de los menores, siempre que se produzca este tipo de accidente es muy importante no movilizar el cuello de la víctima, evitar movimientos de la columna y avisar al 112.
Junto a ello, hay que tener preocacución para evitar los ahogamientos, que pueden producirse en piscinas privadas o de comunidades, bañeras o piscinas de plásticos. Para ello, es preciso una supervisión estrecha, la colocación de barreras de seguridad en estos espacios, y que los menores aprendan a nadar cuanto antes porque además así aprenden los límites o cuidados en el agua. Además, es importante el uso de dispositivos de flotación homologados junto a la supervisión. El flotador no exime de seguir vigilando a los niños ya que existe riesgo de vuelco o mal uso.
El que la población conozca las maniobras de reanimación cardiopulmonar también ayuda a mitigar los efectos del ahogamiento. Para ello, hay que sacar del agua al menor inmediatamente, comprobar si respira, si está consciente, y avisar a los servicios de emergencia a través del 112 para que acudan al lugar. Colocar al menor en posición fetal, iniciar las maniobras de reanimación y cuidar que los niños no pierdan el calor corporal serían los siguientes pasos para aquellas personas que están instruidas en estos cursos.
Otros riesgos por las altas temperaturas
El director de Neurocirugía del Hospital Universitario de Jaén insiste en que el calor predominante en estas fechas y los efectos, en ocasiones, de la propia digestión, pueden influir en que se produzcan caídas durante un paseo por la calle, en los juegos de niños o en la práctica deportiva, especialmente en la actividad ciclista, por lo que hace un llamamiento a extremar las precauciones “sea cual sea la actividad física que se esté llevando a cabo.